miércoles, 17 de diciembre de 2008

LUFTWAFFE











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Durante la segunda mitad de los años 30, la agresiva política exterior de Hitler experimentó un cambio fundamental. En un principio, él había esperado conquistar un “Lebensraum” (Espacio Vital) para el pueblo alemán en el Este, a costa de la Unión Soviética y con el apoyo de Gran Bretaña, o cuando menos de su neutralidad. Pero ahora, contemplaba como el gobierno británico intentaba detener esta presión hacia el Este mediante un establecimiento general de la paz en Europa frente a la política exterior nazi. Así, las ambiciones hitlerianas se encontraban con el peligro de una gran guerra europea con Gran Bretaña y sus aliados. Esta fue sin duda la razón por la que Hitler, resuelto a no abandonar su largamente ansiado sueño del Espacio Vital, comenzó a movilizar los recursos alemanes tan rápidamente como le fue posible. Tenía que resolver una serie de pequeños conflictos antes de que las potencias occidentales estuviesen preparadas para intervenir con éxito. El tiempo se convirtió en lo más importante.
El concepto de Blitzkrieg de Hitler, quien ya la había descrito como “la aplicación de la fuerza militar tomando así grandes riesgos”, se convirtió en el fundamento de la fabricación del armamento aéreo. En abril de 1937, Göring ordenó la paralización del desarrollo de dos diferentes bombarderos de cuatro motores, los Junkers Ju 89 y Dornier Do 19. El motivo fue su cálculo según el cual Alemania podría producir dos veces y media más bombarderos de dos motores que de cuatro. Al conceder prioridad a la cantidad frente a la calidad, Göring limitó a la Luftwaffe como una fuerza aérea de medio alcance incapacitada para una guerra estratégica y ofensiva de largo alcance.

Pese a todo, las regulaciones de la Luftwaffe sobre guerra aérea, publicadas por primera vez en 1936, priorizaban los ataques aéreos contra la capacidad bélica del enemigo a la vez que contra “los pilares de la voluntad de resistencia enemiga”. Entre estas dos opciones, las acciones desarrolladas contra las fuerzas armadas enemigas recibían prioridad, y los ataques sobre los fundamentos del poderío enemigo eran descritos como menos importantes que las anteriores.
A pesar de la prioridad dada al ataque contra las fuerzas armadas enemigas en las regulaciones de la guerra aérea, la Luftwaffe no se despreocupaba de su status de independencia operacional. El director de operaciones de la Oficina del Mando Aéreo, mayor Deichmannn, expuso en una conferencia pronunciada el 29 de octubre de 1936 y titulada “Principios de guerra aérea operacional”, numerosos criterios en la selección de objetivos y a los que intentaba convertir en la base de los entrenamientos que con wargames se desarrollaban. Añadió que se había limitado a aportar unos fundamentos sobre los que adoptar las decisiones de atacar la economía de una nación, pero que a sí mismo, se debía encontrar un criterio sobre el que basar los ataques contra la moral de esa nación.

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